Mientras el corazón late normalmente, la circulación de la sangre no se interrumpe. Sin embargo, cuando el corazón late demasiado rápido o demasiado despacio, la circulación de la sangre a todo el cuerpo suele disminuir considerablemente. Esto puede producir mareos, desmayos, dolores en el pecho y dificultades para respirar.